La tradición afirma que la purificación de la oscuridad, confusión y negatividad de la mente exige la puesta en marcha de cuatro fuerzas o poderes.
La primera de ellas es el soporte, es decir, el fundamento sobre el que llevamos a cabo nuestra purificación.
La segunda fuerza consiste en el método utilizado para poner remedio a una determinada situación.
La tercera fuerza consiste en el arrepentimiento que se deriva de la comprensión de los efectos negativos de cualquier acción, tendencia o nivel de confusión, y del correspondiente deseo sincero de acabar con ellos.
La cuarta fuerza consiste en la determinación a no reincidir más al respecto y en el compromiso de actuar en una dirección positiva.